Este es el 3er post de una serie de cuatro. Puedes leer cada post de forma independiente, aunque te recomendamos seguir este orden para disfrutarlo más: 1) VUCA is coming to town!; 2) Agile pide más conciencia; 3) Más conciencia pide Agile; 4) Sinergia Mindfulness-Agile. ¡Buena lectura! 📚😄
En ‘VUCA is coming to town!‘ contamos como VUCA irrumpe en el apacible mundo tradicional y obliga a las empresas a reinventarse. Aquí investigamos qué acontece en aquellas que optan por elevar su conciencia…

Cultivando conciencia en empresas tradicionales
Transición Q1 ⇾ Q3
Enfrentar VUCA con conciencia
Este post trata de las empresas que abordan VUCA por la vía de la conciencia. ¿Qué hacen? ¿Cómo les va? ¿Cuáles son sus logros y en qué riesgos incurren? ¿Caben mejores opciones?
El proceso de cambio pasa por inyectar conciencia en la organización existente (ver imagen, Q1 ⇾ Q3). Idean una misión amplia y edificante, aprenden nuevos estilos de liderazgo e integran elementos procedentes del Mindfulness, del auto-liderazgo y/o de la inteligencia emocional.
Si bien cada intento es en sí muy loable, los resultados no siempre acompañan por igual. Por eso, vamos a distinguir dos niveles de logro: superficial (Q1 ⇿ Q3) y profundo (Q1 ⇾ Q3).

Cambio superficial (Q1 ⇿ Q3)
Algunas empresas intentan renovar su mindset, pero no acaban de lograrlo. La inercia hace lo suyo, las cosas quedan a medias (Q1 ⇿ Q3): oscilando entre una conciencia ordinaria (Q1) y algún rasgo de conciencia amplia (Q3).

Quien se activa primero suele ser el departamento de RRHH – el cual probablemente pasaría a llamarse People – que empieza a potenciar la importancia de los soft skills, incluyéndolos en el plan de carrera y valorándolos de tanto en tanto. Se organizan formaciones que proponen avanzar en el autoconocimiento y la autogestión. Los managers quedan invitados a retiros especiales en la 🌄 montaña, con clases de meditación, auto-indagación y regulación emocional. Las valoraciones pasan a ser 360º. Y más…
Todo esto estaría muy bien si acabara de establecerse, pasando a ser una cultura vivida; pero en el nivel superficial esto no acontece. Al contrario, las siguientes situaciones son de lo más común…
- Efecto «isla feliz”. Las personas reciben una buena formación, aislándose durante unas horas/días de su rutina habitual. Es algo placentero y muy inspirador… Sin embargo, lo aprendido se queda en la sala de formación: no trasciende al día a día del trabajo. El entorno de negocio manda (presión para resultados, retos, etc.). Seguimos soñando la 🌅🌴🧜♀️ «isla bonita”.
- Todo cambia para que nada cambie. Existe una alta discrepancia entre la cultura prescrita y la vivida. Cambian las palabras y las nuevas suenan muy bien. Pero, en cuanto a los hechos, ¡vaya! las cosas siguen en su rumbo habitual. Las personas tienen la sensación de que se cuenta una cosa, pero se hace otra (incoherencia). Quien ve lo absurdo se queda atónito y decepcionado. Otros pasan del tema y hacen como si lo que hay, fuera ¡tan normal! 🤷♀️
- Efecto parche. Las buenas iniciativas producen un alivio momentáneo. Voy a un curso de Mindfulness, reduzco el estrés, me siento mejor… Entonces, tengo más aguante a lo malo de siempre. Eso es: un alivio sintomático, sin curar. Porque, en realidad, mi organización no tiene una real aspiración a transformarse.
- Ventaja competitiva. Hablamos de colaborar… Pero, competimos incluso en los soft skills. “Como yo hago Mindfulness, desarrollo unas capacidades que tú no tienes…” Lo cual redunda en la ventaja de unos sobre otros.
Conclusión. Obviamente, todo esto resulta muy dañino. Aunque podemos aguantar mucho, por nuestra salud y bienestar conviene dar un paso más allá.
Cambio profundo (Q1 ⇾ Q3)

En este nivel el cambio en las personas es sustancial, perceptible. << Hay algo en el aire… Que cuando llegas, no sabes bien cómo, pero ¡se nota! >>
Esto hace que la compañía consigue desenvolverse en un nivel de conciencia amplio, distinto a lo ordinario. Esto repercute sutilmente en todo. Una misión noble nos mueve. Hay personas más allá de las cosas. Como proveedor, cliente o empleado te sientes acogido, tanto en tu faceta profesional como personal.
Nos sentimos incluidos, hay transparencia. Sentimos que “construimos catedrales” ⛪ aunque estemos simplemente “poniendo ladrillos” (ver el cuento): el sentido de las cosas es importante. Hay un cuidado que va más allá del mero interés directo y medible: expresamos quienes somos, vivimos los valores que nos definen. Surge el deseo de actuar desde nuestra forma de ser y estar en el mundo.

Superamos poco a poco la percepción de separación de los demás y del entorno; desde una comprensión más sistémica, cambia nuestra relación… El medio-ambiente, en lugar de considerarse un mero recurso a explotar, pasa a ser el medio que posibilita la existencia del negocio. Por lo que, en última instancia, pasa a ser nuestra casa común.
Somos conscientes, pero… ¿basta? (riesgo)
No nos engañemos… Hoy en día, invertir en conciencia no es algo realmente muy común. Por algo será que se buscan más Agile Coaches que instructores de Mindfulness 😉 Aunque hay excepciones, como Capitalismo Consciente y B-Corp.
Igualmente, supongamos ahora que una empresa busque y logre crecer en conciencia, transformar su mindset. Luego qué… ¿Allí se queda la cosa? ¿O hay más?
La empresa tradicional (Q1) que consigue ampliar su conciencia (Q1 ⇾ Q3) va evolucionando su identidad interna, pero mantiene sus rasgos externos básicamente invariados. “Ve lejos” (tiene visión), “se da cuenta” (reconoce la necesidad de cambio), pero respecto a su forma de hacer, las cosas quedan bloqueadas, ancladas al pasado. La empresa queda atrapada en sus estructuras, esclava de sus mecanismos. Quizás la incapacidad de reinventarse radica en el desconocimiento de herramientas y modelos de gestión en los que apoyarse.
Sea como fuere, la concienciación lograda se queda en una idea y no se traduce a la práctica. La misión es inspiradora y altruista, la motivación intrínseca está a tope; pero ¡cuánta torpeza operacional!

¡Atención! 🙃 No basta con hacernos conscientes. ¡Hay que actuar! En realidad, los cambios de conciencia y de comportamiento van de la mano. ¿A qué cuando compruebas que el deporte te sienta bien, estás más dispuesto a hacerlo? Pues, de esto mismo hablamos. Si la empresa queda encorsetada en sus viejos mecanismos, hay cosas que inevitablemente empiezan a crujir… 💔 Ciertas personas podrían decidir abandonar el barco: es frustrante no poder vivir en el día a día lo que la conciencia “más elevada” inspira. Desde una nueva mirada, hay limitaciones que quedan en evidencia y reclaman cambios. Un “ser” renovado, desprende ganas de “hacer”. Nuevas semillas 🌱 buscan un terreno fértil donde brotar. Por ejemplo, el desarrollo de una mayor inteligencia emocional en las personas, se refleja parejo a la hora de: negociar con un proveedor, diseñar un proceso de onboarding, repartir los beneficios, gestionar los conflictos, trabajar en equipo, etc.
Conclusión
Para hacer frente a VUCA, ciertas empresas quieren elevar su conciencia sin más planteamientos organizacionales. De lograrlo, estaríamos ante algo bastante raro… Una conciencia parecida a un cerillo mojado: el cerillo conserva el potencial para prender fuego, pero las circunstancias se lo impiden.

Invertir en las personas para que desarrollen una conciencia más amplia y querer a la vez mantener el status quo fomentando estructuras rígidas/obsoletas, es paradójico. Es un desperdicio de energía. Tiene pinta de que, por algún lado, acaba rompiéndose. ¿Más conciencia sin disponer de un entorno que propicie su despliegue? No es creíble. En cualquier caso, no habría que conformarse con ello. No hay que permanecer en Q3.
La conciencia ¡llama a la acción! Estas empresas han evolucionado en el terreno del “ser”, pero suspenden en el terreno del “hacer”. Necesitan bajar de la teoría a la práctica, adoptando prácticas en línea con sus aspiraciones. Conviene que retomen la dimensión organizativa.
Un auténtico cambio interior reclama un cambio exterior. Hay que permitirlo y cultivarlo. Mas conciencia, llama a nuevos tipos de organización.
<< Más conciencia pide Agile. >>